viernes, 8 de agosto de 2014

Citas de Bernard Gunther

Estoy leyendo "Trilogía Berlinesa", de Philip Kerr (en realidad son tres libros unidos en uno solo, con lo cual las páginas son papelina de fumar y parece que no avanzo cual jodida tortuga). Como novela negra es aceptable, buena. Pero lo que me está encantando es el extraño humor de su protagonista, Bernard Gunther. Tiene lugar en la época de dominio nacionalsocialista y él no es precisamente fan absoluto de Hitler y su política, por lo que aprovecha cualquier ocasión para mofarse de la Gestapo y las SS.

Se me acaba de ocurrir, ahora que ya estoy a mitad de la segunda historia, que debería haber usado marcadores para poder volver a leer los momentos brillantes de Bernie. Nunca es tarde para intentar hacer algo. Aquí van todos los que vaya encontrando en mi edición del libro (ya iré actualizando).

"Berlín. Yo adoraba esta vieja ciudad. Pero eso fue antes de que se mirara en su propio reflejo y le diera por llevar unos corsés tan ajustados que apenas podía respirar. Yo adoraba las filosofías fáciles y despreocupadas, el jazz barato, los cabarés vulgares y todos los demás excesos culturales que caracterizaron los años del Weimar y que hicieron de Berlín una de las ciudades más apasionantes del mundo." - p.54

"- Dígame, ¿ha pensado alguna vez en unirse a la Gestapo? - preguntó.
Calculé que me había llegado el turno de sonreír.
- ¿Sabe?, este que llevo no era un mal traje antes de verme obligado a dormir con él puesto durante una semana. Quizá huela un poco, pero no llego a apestar." - p.202

"- ¿Puedo hablarle con franqueza? - preguntó -. ¿En confianza?
- No faltaría más.
- Hay un maníaco suelto por las calles de Berlín, Herr Gunther.
- Pues no es fácil darse cuenta - dije encogiéndome de hombros." - p.275

"La casa estaba en la Lützowufer Strasse, con vistas sobre el canal Landwehr y lo bastante cerca del Zoo como para oír a los parientrs de Hitler quejándose del nivel de los alojamientos." - p.418

"Había un diván largo y bajo [...] y los suficientes libros de encuadernación cara como para explicar la escasez de piel para zapatos que sufría el país.
- Siéntate donde pueda vigilarte, Reinhart - dije -. Y no hagas movimientos bruscos. Me asusto con facilidad y entonces me pongo violento para disimular mi incomodidad." - p.430





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