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domingo, 10 de enero de 2016

Blancanieves




El torero Antonio Villalta pierde en el mismo día a su mujer y su movilidad tras una cogida. Su recién nacida hija, Carmencita, será una suerte de Blancanieves en la España del siglo XX, ya que tendrá que enfrentarse a una infancia casi huérfana bajo la sombra de su madrastra Encarna.

Aviso a navegantes sobre la película:
A) Es cine mudo (en blanco y negro).
B) El flamenco es la base de su BSO (copla incluida).
C) Relacionada con el mundo de la tauromaquia.

Teniendo esos tres puntos en cuenta, se podría uno hacer a la idea de si va a disfrutar con la película o no, y poder ahorrarse dos horas de su vida. En mi caso, el cine mudo me gusta (aunque no me entusiasma), el flamenco forma parte de mi infancia (nací en Jerez) y odio la tauromaquia (es tortura animal, y no hay quien me argumente lo contrario). Sin embargo, me veía capaz de ver una película que girase en torno al toreo, por mucho que denuncie la práctica. Es como si me negara a ver thrillers porque estoy en contra del asesinato. Dicho esto, allá vamos.


Pablo Berger concibió esta idea mucho antes de que The Artist (2011) arrasara en los cines de todo el mundo. Una película muda cuando éstas hacía tiempo que habían desaparecido de la pantalla y a las que la mayoría de mortales sólo asociamos el nombre de Charles Chaplin; es bastante desafortunado que al año siguiente (en realidad sólo meses después) viera la luz Blancanieves, pareciendo así un patético intento de imitación.

En los Goya el mundo del cine español decidió premiar a Blancanieves con el galardón de Mejor película. De sus competidoras sólo he visto el principio de Lo imposible (me aburrió), pero muy buenas tendrían que haber sido para poder superar al filme de Berger (y estamos hablando de cine español...). Blancanieves es una película bien realizada, bien caracterizada y bien resuelta. Pero, ante todo, es un delicioso 'remake' del cuento de los hermanos Grimm con un estilo castizo y español que puede llegar a saturar.

Espejito, espejito... versión española
También fue en los Goya donde Maribel Verdú consiguió el premio a Mejor actriz. Es, desde luego, un galardón completamente merecido. Su papel como madrastra es espléndido. Miradas y sonrisas malvadas o esas grandilocuentes muecas maliciosas son los responsables de que Verdú acapare toda la atención... siempre y cundo no entren en escena los ojos de Macarena García o Sofía Oria. No me he sentido del todo cómoda con el trabajo de Inma Cuesta, demasiado exagerado, pero iba acompañada de Ángela Molina, que resulta hipnótica para el espectador.

Sé que sólo he mencionado a las mujeres, pero es que son las protagonistas de la película - y no sólo en el sentido más estricto de la palabra. Una película que, al ser cine mudo, debe ser contada a través de gestos y miradas y es ahí donde la belleza de estas fieras ha sido explotada. Los hombres del reparto han sido relegado a un segundo plano: el padre, los enanos, el "cazador", el apoderado... el único momento en el que podemos ver a alguno de ellos como protagonista de la escena es durante los primeros minutos de la película, con Antonio Villalta en una plaza de toros y aplaudido por las masas (una escena bastante poderosa, por cierto). Lo dicho, Blancanieves se reduce a un par de ojos femeninos desbordando la pantalla.

Dejando a un lado el elenco y su interpretación, lo que más me ha maravillado ha sido la banda sonora. Es obvio que la música tiene un peso añadido en el cine mudo, así que cuando un zapateo inunda la escena, ésta se empaña de intensidad y velocidad. Es precisamente el quejío de Silvia Pérez, con su pasión y sus gorgoritos, el pilar fundamental de Blancanieves. Esta pieza (dulce pero decidida, como Carmencita) también ganó el Goya a mejor canción original. Probablemente también sea la razón por la que algunos, los más críticos con el flamenco, detesten la película.
Los "seis" enanitos
Pero es el flamenco, la tauromaquia, y en definitiva todo lo asociado con la España cañí y castiza, lo que convierte a Blancanieves en una particular versión del cuento de hadas. Seis enanos en lugar de siete, una revista de moda en lugar de un espejo, un fascista sádico en lugar de un cazador y la capacidad de enfrentarse a un toro bravo en lugar de atraer a los animalillos. Me ha convencido lo suficiente como para poder seguir afirmando que el cine español de los últimos cinco años ha resurgido de las cenizas de Buñuel, Berlanga, Camus y cía. Curiosamente, ambientada en la época en la que nacieron estos grandes.

¿A quién podría recomendarla? Esa pregunta es más difícil, porque el estilo es muy particular, a lo que hay que añadir el hecho de que se trata de cine mudo. Yo no me arrepiento de haberle dado una oportunidad, pese a todo el tufillo a folclore (que no hay que entender como una exaltación de la tradición española, sino más bien como una fachada y una burla, una exageración que calza perfectamente en la película), porque Blancanieves es una película entretenida, dulce y con una Maribel Verdú que se sale. También se me ha olvidado comentar que la fotografía es una delicia.



  • Ficha en FA.
  • Ficha en IMDB.
  • NOTA: 7'5

martes, 28 de octubre de 2014

Relatos salvajes

'Fiesta del cine' significa tener bandera verde para ver varias películas al día hasta que te lagrimeen los ojos, conseguir perder tus hermosas nalgas por estar sentada en las butacas del cine durante horas y conseguir una hipertensión de caballo por culpa de la sal de las palomitas. Como ninguna de esas cosas me ha disuadido en las anteriores ocasiones que han puesto las entradas a menos del 50% de su precio original, ésta semana no ha sido diferente. Ayer vi 'Relatos salvajes' y 'Perdida'. Como las clases de la facultad y las horas de sueño perdidas me han licuado el cerebro, haré las reseñas en días separados, y empezaré por la argentina.



Relatos salvajes es un título que no engaña: la película te cuenta relatos y son muy salvajes. No tiene más vuelta de hoja, porque el salvajismo es lo que la define. Sus títulos: 'Pasternak', 'Las ratas', 'El más fuerte', 'Bombita', 'La propuesta' y 'Hasta que la muerte nos separe'.



Quizás los más escépticos sean reacios a ver una película que tiene varias historias argumentales diferentes, y necesiten una columna vertebral a lo largo de toda la película. Pues bien, desde el principio digo que Relatos salvajes tiene un hilo conductor muy claro: la violencia.



Resalto lo de la violencia porque puede que a los más sensibles les cueste comenzar a introducirse en el filme. No es un American History X ni un Saw XXIV, ni mucho menos. Pero es una violencia que puede impactar más por el hecho de que la película es cruelmente realista. Ver cómo un psicópata tortura a sus víctimas es duro. Pero más impactante es ver cómo un hombre corriente, como tú o como yo, puede sufrir una serie de sucesos que lo lleven a la pérdida total del control, que se desquicie hasta el punto de agredir violentamente a alguien. Porque sabes que, en su situación, tú pudieras haber cometido un delito más grave que el de golpear a alguien con un martillo.



La película juega con la empatía de forma brillante, y es su principal punto a favor. El espectador se verá absorbido por las historias, unas más que otras, y comprenderá perfectamente qué ha llevado a los personajes a llegar a ese extremo. Porque cada persona tiene un umbral distinto, pero todos terminamos perdiendo la paciencia en algún momento. Y es entonces cuando sale a relucir nuestro monstruo interior, el gran hijo de puta que llevamos dentro. Aparece la violencia, la ira, la frustración, las ganas de partir las rodillas de alguien.



Son seis historias sorprendentes. Aunque a la tercera ya sabes por dónde van los tiros, el guión consigue despistarte y confundirte. El orden en el que están secuenciadas ha sido, desde mi punto de vista, una elección muy acertada. La violencia no va escalando, pero sí la complejidad y el humor de las historias, con lo que el director consigue de manera brillante mantenerte expectante porque estás continuamente pensando '¿ahora quién se cabreará?' y te vas sintiendo más en sintonía con los protagonistas, porque comprendes perfectamente por qué han rebasado el límite de su paciencia.



Relatos salvajes no decae, y eso es todo un logro debido a su estructura. Uno teme que entre dos historias fabulosas se cuele una mediocre y te saque de la película, pero como dije el orden de las mismas es perfecto. Cada cual es más entretenida que la anterior, sin significar eso que la última sea mejor (aquí debo hacer un inciso, porque mientras la favorita de mis amigos fue la última, la mía fue la de los dos hombres en la carretera, sublime), pero el humor negro y la excitación van in crescendo.



Quizás el único inconveniente es precisamente esa división en seis fragmentos separados. Después de ese brutal comienzo, estuve esperando ver a los conocidos de Pasternak en el resto de historias, como una manera de entrelazarlas todas de manera sutil. Pero no, no son trozos de un mismo pastel, sino que son dulces distintos en una misma pastelería, nada que ver unos con otros. Ah, bueno, y los pocos chistes que no entenderemos a menos que hayamos nacido/vivido/reencarnado en Argentina. Aun así, un aplauso a los guionistas y al director, por un trabajo tan sencillo, divertido, realista e impecable.


sábado, 4 de octubre de 2014

Lo que una no entiende - "La isla mínima"



NOTA: explicación del final de la película en el último párrafo de la entrada.

Hace unos días vi Vivir es fácil con los ojos cerrados porque había leído que era la representación española en los Oscar. También leí que mucha gente no entendía por qué no había sido La isla mínima la primera opción, así que decidí ir al cine anoche para comprender por qué ésta película tenía tan buenas críticas y por qué era mejor que cualquiera de las tres candidatas para llevar a los premios de la Academia (El niño, 10.000 kmVivir es fácil...). Ahora, tras verla, puedo decir que una servidora no entiende por qué éste largometraje no fue el elegido.


Dos policías madrileños, en la España de los años 80, son enviados a una remota población andaluza para investigar la desaparición de dos hermanas. Uno de ellos tiene un futuro brillante y prometedor, mientras que el otro arrastra el estigma de haber formado parte de la represión franquista.

Nos presentan dos caras de una misma moneda, muy al estilo True Detective - lo cual debería ser al revés, ya que la película fue rodada antes. Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez hacen un trabajo impecable en el papel de dos policías con futuros, destinos, ambiciones y pasados opuestos. Es un hilo secundario muy bien apareado con la historia, la cual no deja de ser un thriller y no una crítica social (que de esas ya tenemos muchas). Las pintadas en la pared vaticinando el regreso de la dictadura, los crucifijos con la imagen de ¿Hitler? y Franco... son sólo detalles que acompañan a las circunstancias históricas. Creo que nos pretenden mostrar que La Transición fue simplemente una invención de Suárez, que realmente no existió tal cosa en este empobrecido país.

Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez
El Guadalquivir y sus marismas cenagosas nos son presentados de la manera más brillante y hermosa posible. Alex Catalán es el responsable de, quizás, lo mejor de la película: su fotografía. Los planos cenitales estáticos - creo que conté cinco -, a mi ver usados en los momentos justos y precisos, no sólo nos ofrecen un regalo a la vista, sino que nos transmiten el mismo mensaje que a lo largo de la película: los personajes están en un laberinto gigantesco, no hay cambios, el paisaje (y la España con intención de ser democrática) sigue igual. El último de ellos, al final del largometraje, deja de ser estático para realizar un descenso de la cámara, enfocando una carretera que se pierde entre los cultivos: la vida sigue hacia delante, hay que dejar lo vivido atrás (¿la Transición?). El vestuario, también, irreprochable, muy acorde con el paisaje agreste, húmedo, ocre, solitario, sobrio.

Las marismas o un cerebro

Estamos indiscutiblemente ante la mejor película española del año, muy por encima de las tres mencionadas anteriormente. Como thriller, cumple estupendamente con su cometido, sin obviedades y con muestras sutiles que van enfilando el caso hacia el culpable, nunca cayendo en el error de creer que el espectador es estúpido e incapaz de pensar por sí mismo. La tensión y la incertidumbre se mantienen a un nivel constante, no hay momentos anticlimáticos, y me cortaría el brazo izquierdo si todo ello no fuera gracias a los escenarios. Las marismas y el 'catetismo' andaluz colocan a ambos protagonistas en un plano completamente ajeno a lo que ellos conocen. El mejor momento de la película, si se me permite opinar, es la persecución del Dyane 6 de noche. Es una escena de acción muy bien conseguida, muy impecable- aunque casi pierdo el corazón de un infarto.

La isla mínima te cuenta una historia simple y vulgar, un thriller policial sin originalidad alguna: chicas desaparecen en un pueblo donde nadie cuenta nada. ¿Dónde está lo que hace destacar tanto a esta película? En el modo de contártelo, en el modo de lograr ese nivel constante de tensión y ansiedad (que no angustia), jugando con esos silencios en los que el paisaje es el único que te habla y la banda sonora brilla por su ausencia.



Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez hacen una pareja estupenda, con mucha química - lo más heterosexual posible - y con unos primeros planos excelentes. El segundo es quizás el que ha tenido el trabajo más difícil (interpretar a un franquista adaptándose a la nueva democracia), que logra superar con nota alta. Gutiérrez eclipsa a Arévalo, sin desmerecer el trabajo de éste.

Mención a los que interpretan a los padres de las adolescentes desaparecidas, Antonio de la Torre (que ya me encantó en La gran familia española y AzulOscuroCasiNegro) y Nerea Barros, que con dos minutos en pantalla ya logran gustarnos. El único que merece un tiro entre ceja y ceja es Jesús Castro. Será porque ya lo he marcado con la cruz, pero no entiendo por qué tiene tanto éxito un chaval que sólo sabe poner la misma cara en todas las escenas. Por último, genial el personaje de Jesús (Salva Reina), un toque cómico entre tanto drama.



En definitiva, animo a todo el mundo a pagar una entrada, por cara que sea, para ver esta película en la gran pantalla. La fotografía lo merece, y dudo que en un ordenador o en una televisión se pueda disfrutar tanto. Una historia intrigante, un thriller apasionante sin la necesidad de escenas de extrema acción, unos actores impecables, calidad de sonido ¿qué más se necesita para convencer a alguien de que vaya a verla?

Por último, explicar el significado del final de La isla mínima: [SPOILER] las jóvenes eran seducidas por Quini (Jesús Castro). Eran llevadas a la casa que alquilaban en el campo, donde les hacía fotos teniendo relaciones - consentidas o no - con el viejo capataz de las 'manos suaves'. Luego las amenazaba con publicar las fotos si contaban algo de lo ocurrido. Las chicas, asustadas y deseando marcharse del pueblo, se encontraban 'casualmente' con los folletos de ofertas de trabajo y contactaban con el supuesto empleador, que no era otro sino el guarda Sebastián que muere al final, quien las torturaba y luego las llevaba al río a que las palas las triturasen (allí donde irónicamente muere también él). Mi interpretación personal es que Sebastián hacía lo suyo por su propia cuenta, sin la colaboración de los otros. Éstos sospechaban pero tampoco les interesaba decir nada a la policía, ya que estaban usando esa casa para las violaciones y las sesiones fotográficas.

Lo que ha desconcertado a muchos es el tema del reloj. Hay gente que baraja la teoría de que sea Gutiérrez, y que Arévalo decide callarse porque el otro le ha permitido llevarse el mérito para volver a Madrid. La otra posibilidad es que sea del viejo terrateniente (el de las manos suaves), a quien Arévalo decide no perseguir porque le interesa marcharse a la capital cuanto antes. Yo soy de la opinión de que el capataz es el del reloj, que lo de Gutiérrez es un recurso del director para despistar, aparte del hecho de que él es de Madrid y está ahí únicamente como 'castigo', jamás ha estado antes en ese pueblo. Sería rizar mucho el rizo, y la película no pretendía llegar tan lejos. Quizás nunca sabremos la verdad hasta que el director o el guionista hablen.


[Edición: en esta entrevista, Alberto Rodríguez dijo "Aparte creo que cuando salgan del cine tendrán unas cuantas preguntas en la cabeza de las que no sé el enunciado ni la respuesto pero que seguro servirán para seguir dándole vueltas días después a la película". Conclusión, sólo intentan mantener una discusión abierta, no que hagamos de detectives e intentemos descubrir quién es el asesino.]


Una cosa sí es cierta: el personaje de Arévalo, tan seguro de lo que es correcto y lo que no, termina al final rompiendo la foto que demuestra que su compañero era un torturador y asesino franquista, ya que no todo es blanco o negro (y de nuevo un paralelismo con nuestra historia: la España 'democrática' no lo era tanto, y aún quedaban pueblos como éste en los que las cosas se seguían haciendo en la sombra). Gutiérrez le ha permitido quedarse con el mérito, le ha salvado la vida apuñalando a Sebastián, así que él cierra la boca cuando el otro le pregunta '¿todo bien?'.


martes, 30 de septiembre de 2014

El quinto Beatle

Sinopsis
Antonio es un profesor de inglés que viaja hasta Andalucía para conocer a su ídolo John Lennon, Belén es una joven embarazada que regresa a casa sin tener claro qué va a ser de su futuro y Juanjo es un adolescente que ha escapado de casa tras una pelea con su padre. Los tres viajarán en el coche de Antonio hasta Almería, mientras deciden qué hacer con sus vidas.



Javier Cámara es de los mejores actores que disponemos en España. Puede que muchos no coincidan conmigo, pero una de las razones por las que esta película ha tenido tanto bombo y platillo ha sido gracias a este hombre de rostro afable y medio calvo. Me ha encantado verlo de nuevo, me ha encantado su papel, me ha encantado su sonrisa. Me encanta Javier Cámara.

Natalia de Molina, elegida Actriz Revelación, para mí hace un trabajo decente. Ni más ni menos, estoy contenta con lo que he visto y espero que tenga suerte en su futuro profesional. Mantiene bien el nivel pese a compartir pantalla con Cámara, aunque me haya irritado sobremanera cómo 'esconde' el acento andaluz. Vale que pueda resultar complicado lidiar con él si no eres de la tierra pero, ¿qué necesidad había de forzar tanto una pronunciación más neutra? Toda la película estremeciéndome cada vez que escuchaba una esssse y luego se le escapaba una aspirada. Por otro lado, Colomer (Pa negre) no me ha gustado. Sobraba. Quitaba a su personaje de un plumazo. ¿Qué aporta? No voy a defender mi postura, simplemente no me ha gustado.

Belén, interpretada por Natalia de Molina
Juanjo, interpretado por Francesc Colomer

No soy muy amiga de los Beatles. A riesgo de que me suceda lo mismo que a Juanjo y me echen a patadas de un coche, soy más de los Rolling. A los de Liverpool los encuentro muy... cursis (no se me ocurre definirlos de otra manera), pero he encontrado esta historia muy apropiada para acompañarla de las lecciones que Antonio, el profesor de inglés, va sacando de sus letras. Como el dice, la vida es como sus canciones: alegre y melancólica.



Debo decir, sin embargo, que aun teniendo la intención de mostrarnos una 'lección de vida', a la película se le queda grande este propósito. Es más un problema de guión que de dirección o reparto (de hecho, diría que Cámara logra engrandecer la historia). Tres personajes que en un principio nada tienen que ver los unos con los otros, terminan estableciendo un vínculo. Me he creído ese vínculo. Pero no me he creído el desenlace, no entiendo hacia dónde termina dirigiéndose la historia. Es como si todo lo que han vivido juntos de forma tan intensa y breve no haya servido para nada.

Almería sale preciosa

He disfrutado con la película y no se me ha hecho especialmente difícil de digerir. Se cataloga como comedia, aunque el drama se come al humor y durante el final de la película tenemos la sensación de que hay algo por terminar, queda algún cabo suelto. No estoy familiarizada con David Trueba, y no tengo mucho que aportar sobre él, pero supongo que el guión de una 'road movie' tiene un juego muy limitado. Repito, he disfrutado con la película, pero le falta sustancia y no sabría definir qué es de lo que carece.

Por último, repetir que Javier Cámara es increíble. Merece la pena ver Vivir es fácil sólo por contemplar su interpretación.


  • Ficha en FA.
  • Ficha en IMDB.
  • NOTA: 7