Sinopsis
Rebecca es una fotógrafa que trabaja como reportera de guerra. Corre demasiados riesgos para denunciar los conflictos del tercer mundo y, por ello, su marido y sus hijas le dan a elegir entre su trabajo o su familia.
Tengo poco que decir sobre esta película. Acabo de llegar del cine y estoy cansada. Si estoy escribiendo la entrada es porque mañana sé que no voy a tener ganas de hacerlo. Así que seré bastante breve.
El inicio de la película es muy duro, con esa escena (no es spoiler, sólo es el primer minuto del metraje, pero si no quieres conocerlo, salta al siguiente párrafo) en la que vemos a una mujer viva tumbada en un hoyo cavado en la tierra. Sus familiares, amigas, madre, hermanas... a su alrededor murmurando alguna oración en árabe. Están en su funeral, aunque la chica no está muerta. Pero lo estará en un futuro no muy lejano y quieren simular que han enterrado a su ser querido. La mujer abre los ojos y sale del agujero. Rebecca ha guardado toda la escena en su cámara. El único sonido ha sido el clic de las fotos.
La película no te deja indiferente, al igual que cualquiera que trate sobre las tragedias que asolan el tercer mundo. Pero Mil veces buenas noches no pretende concienciar a nadie, o eso he entendido yo. De hecho, todo gira en torno a la vida familiar de Rebecca y los conflictos bélicos quedan en un segundo plano. Erik Poppe nos muestra la crudeza de ser ese tipo de persona que antepone la solidaridad a la familia. Rebecca se debate entre dos existencias; quiere a sus hijas como sólo una madre sabe quererlas, pero sus entrañas la impulsan a vivir en la frontera del riesgo, sólo para conseguir la fotografía que muestre la verdad al mundo. Es difícil luchar contra uno mismo.
El guión es simple, la historia lenta y predecible con quizás demasiado melodrama. Muchas secuencias que yo habría eliminado por completo, porque alargan la película innecesariamente. Me han gustado mucho las escenas en África y Oriente, con una gran fotografía y en las que el espectador siente la tensión que supone estar entre fuegos cruzados.
Juliette Binoche es magnífica. Hay infinidad de primeros planos en los que la actriz gala demuestra su poderío. Con otra mujer encarnando a la protagonista, esta película sería difícilmente aceptable. Es Juliette quien aporta emoción. Me maravilla la facilidad con que nos convence de su papel y personaje, una esposa y madre tan trémula y perdida en el mundo 'normal'. Nicolaj Coster-Waldau tampoco lo hace nada mal, aunque su rol como marido sea el que se interponga en el camino de Rebecca y nos deje un amargo sabor, por la empatía que nos despierta la reportera interpretada por Juliette.
En definitiva, la película puede resultar aburrida por la lentitud que adopta una vez terminado el clímax del inicio, aunque a mí me ha gustado (especialmente por Binoche) y me ha parecido un bonito -aunque muy mejorable- homenaje al periodismo de guerra.
Rebecca es una fotógrafa que trabaja como reportera de guerra. Corre demasiados riesgos para denunciar los conflictos del tercer mundo y, por ello, su marido y sus hijas le dan a elegir entre su trabajo o su familia.
Tengo poco que decir sobre esta película. Acabo de llegar del cine y estoy cansada. Si estoy escribiendo la entrada es porque mañana sé que no voy a tener ganas de hacerlo. Así que seré bastante breve.
El inicio de la película es muy duro, con esa escena (no es spoiler, sólo es el primer minuto del metraje, pero si no quieres conocerlo, salta al siguiente párrafo) en la que vemos a una mujer viva tumbada en un hoyo cavado en la tierra. Sus familiares, amigas, madre, hermanas... a su alrededor murmurando alguna oración en árabe. Están en su funeral, aunque la chica no está muerta. Pero lo estará en un futuro no muy lejano y quieren simular que han enterrado a su ser querido. La mujer abre los ojos y sale del agujero. Rebecca ha guardado toda la escena en su cámara. El único sonido ha sido el clic de las fotos.
Hay escenas muy duras |
La película no te deja indiferente, al igual que cualquiera que trate sobre las tragedias que asolan el tercer mundo. Pero Mil veces buenas noches no pretende concienciar a nadie, o eso he entendido yo. De hecho, todo gira en torno a la vida familiar de Rebecca y los conflictos bélicos quedan en un segundo plano. Erik Poppe nos muestra la crudeza de ser ese tipo de persona que antepone la solidaridad a la familia. Rebecca se debate entre dos existencias; quiere a sus hijas como sólo una madre sabe quererlas, pero sus entrañas la impulsan a vivir en la frontera del riesgo, sólo para conseguir la fotografía que muestre la verdad al mundo. Es difícil luchar contra uno mismo.
Los protagonistas hacen un buen trabajo |
El guión es simple, la historia lenta y predecible con quizás demasiado melodrama. Muchas secuencias que yo habría eliminado por completo, porque alargan la película innecesariamente. Me han gustado mucho las escenas en África y Oriente, con una gran fotografía y en las que el espectador siente la tensión que supone estar entre fuegos cruzados.
Juliette Binoche es magnífica. Hay infinidad de primeros planos en los que la actriz gala demuestra su poderío. Con otra mujer encarnando a la protagonista, esta película sería difícilmente aceptable. Es Juliette quien aporta emoción. Me maravilla la facilidad con que nos convence de su papel y personaje, una esposa y madre tan trémula y perdida en el mundo 'normal'. Nicolaj Coster-Waldau tampoco lo hace nada mal, aunque su rol como marido sea el que se interponga en el camino de Rebecca y nos deje un amargo sabor, por la empatía que nos despierta la reportera interpretada por Juliette.
LA Binoche |
En definitiva, la película puede resultar aburrida por la lentitud que adopta una vez terminado el clímax del inicio, aunque a mí me ha gustado (especialmente por Binoche) y me ha parecido un bonito -aunque muy mejorable- homenaje al periodismo de guerra.
- Ficha en FA.
- Ficha en IMDB.
- NOTA: 7
¿Cómo lograr el equilibrio entre los afectos y la pasión profesional? Es complicado ¿no lo creen? A Thousand Times Good Night, aborda esa tirantez entre lo que se debe y lo que se quiere hacer es el eje principal del film de Poppe. Y en ese desarrollo, el director noruego plasma de forma correcta, respaldado por la gran actuación de Binoche, la cotidianeidad de los reporteros de guerra: las situaciones a las que se enfrentan y el deseo de que, el captar una imagen, no sea sólo eso sino el hacer visible a una persona o momento, sin permitir que pase inadvertida. En definitiva este film tiene la capacidad de atrapar al espectador. El inicio y el final son dos momentos claves que le aportan un cierre narrativo a la historia, pero no es suficiente porque esa expectativa no se mantiene durante toda la película.
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