viernes, 25 de julio de 2014

Sitios que visitar antes de morir I



Me encanta viajar. La mayoría de la gente explica su deseo de visitar otras tierras por la posibilidad de conocer nuevas culturas y nuevas gentes. A mí, sinceramente, lo que más me gusta de ir a un sitio diferente es probar su gastronomía y ver sus paisajes, su clima. Nunca diré que no a la posibilidad de entrar en un museo, de aprender la historia del lugar (lo cual, he de reconocer, es otra cosa que me encanta), de hacer mis pinitos con una lengua extranjera..., ni tampoco elijo destinos pensando únicamente en mi estómago. Pero no me iré de allí sin darle una oportunidad a su comida.

También he de admitir que siendo de Andalucía, tierra privilegiada, y de Cádiz concretamente, hay pocas cocinas internacionales que superen la gastronomía a la que me han acostumbrado desde que me parieron. Creo que hay más españoles de los que debería que no saben apreciar la maravillosa dieta que disfrutamos. Pocos países pueden competir con nosotros en lo que a alimentación se refiere, pues tenemos de las mejores despensas del mundo. Dicho esto, aquí va mi improvisada lista, en la que me he obligado a incluir únicamente el Top 5 para no empezar a llorar de pena.

1. CORNISA CANTÁBRICA

Asturias, patria querida

Resulta irónico que mi primera opción sea en territorio nacional. Pero es que el País Vasco es uno de los pocos sitios de España que me quedan por visitar, y me dolería en el alma morirme sin ver Donostia (y Getxo, Irún, Hondarribia, Tolosa...). ¿Y qué decir de los vascos? Para mí, el pueblo más curioso de toda España, el que más atrae mi atención. Puede que mi visión de la cultura euskera esté bastante empañada por mis ingentes dosis de Vaya Semanita, pero sé por opiniones numerosas que allí se come de lujo. Con Navarra y La Rioja otro poco de lo mismo.



Cantabria ya tengo el placer de conocerla, así como la zona norte de Galicia (la única que para mí merece la pena ver, sin ánimo de ofender). Asturias está incluida, pero como tengo intenciones de ir a estudiar el MIR a Oviedo, supongo que estoy a dos años de tacharla de mi lista. O eso espero. Me encanta la sidra, así que más le vale al destino no joderme mucho.


2. ESCOCIA


Las Highlands (Tierras Altas), en concreto, son un destino que desde los 14 años siempre he querido pisar. Bueno, en realidad mi fantasía romántica con Escocia viene de antes: en 1º de E.P.O. (¿7 años?) mi profesor de inglés, un escocés con rastas rubias bautizado con el original nombre de Ian, nos enseñó que 'jobby' significa 'mierda' en gaélico y yo caí rendida a sus pies. Desde entonces he querido visitar el norte de Gran Bretaña para ir gritando 'heces fecales' por las calles escocesas.


En realidad mi obsesión por Escocia se puede explicar de un modo más simple, y es que siempre he sido una céltica obsesa. No es que sea una aficionada del Celta de Vigo (que también, pero por obligación y presión familiar; mi amor secreto por Valerón sigue siendo secreto), sino que los Celtíberos son, junto a los Egipcios, Roma y Vikingos, mi pueblo preferido. Me encanta la historia que envuelve Reino Unido en general, pero sobre todo la que hay al norte del muro de Adriano, y ni qué decir tiene que me fascina todo lo que incluya las palabras plaid o kilt. También he escuchado que se come bastante bien, ¡suma y sigue!


3. NUEVA YORK

Clasicazo
No me extiendo, porque si alguien no es capaz de comprender por qué querría visitar Manhattan y alrededores tiene un serio problema.


4. EGIPTO

Colosos de Memnon, en Luxor
Busto de Nefertiti en el Museo Egipcio de Berlín
¿He dicho antes que el Egipto Antiguo se encontraba entre mis pueblos preferidos? La culpa la tiene mi abuelo, que desde que aprendí a escuchar estuvo contándome historias sobre Tutankamón, su gran obsesión personal. La nostalgia volvió a invadirme el año que estuve en Berlín y pude disfrutar del maravilloso Ägyptisches Museum con el busto de Nefertiti. En serio, qué preciosidad. Es maravilloso contemplar lo poco que queda de una civilización realmente avanzada y pionera. No olvidaré mencionar, también, que fueron los inventores de la cerveza. Mi más sincera enhorabuena.

El Cairo
Supongo que en Egipto corro el riesgo de que me intercambien por un camello cojo o incluso por una piedra vulgar del desierto, pero merecería la pena. Sé que esa zona está demasiado deslucida por la inmensa cantidad de turistas que pasean por El Cairo anualmente, y que no es precisamente el mejor momento para visitar un país que roza el conflicto bélico. Aun así, sería fantástico poder ver la presa de Asuán y ascender por el Nilo, ese río cuyo origen fue el Santo Grial de los exploradores hace menos de dos siglos.



5. JAPÓN

Harajuku Decora
No hay mucho misterio en por qué Japón se encuentra en mi Top 5. Soy una otaku (para los no entendidos, una friki de lo japonés, esencialmente manga y anime) pese a que en los últimos años haya abandonado mi hábito de ver animes enteros en menos de una semana. Sólo los otakus conocemos el verdadero significado de 'relleno', y no me estoy refiriendo al del sujetador.

Torre de Tokio (no, no es la Torre Eiffel)
Pero Japón no sólo me atrae por su rareza, sus 13h laborales diarias, su contaminación, su tecnología puntera, su lengua, su sociedad tan sacrificada y seria, su machismo encubierto, su tradición tan mantenida y preciosa. También me gusta su cocina tan diferente y extraña, y supongo que lo que aquí conocemos por sushi ni se asemejará a lo que allí comen. El arte de los palillos no es algo a mi alcance, porque la última vez que lo intenté creo que bañé una mesa entera con salsa de soja. Pero si tuviera la oportunidad de ir a Japón, juro cortarme las manos si no consigo aprender a comer con esos dos trozos de madera ridículos. Por cierto, sus cervezas son sorprendentemente buenas.









To be continued...

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