domingo, 22 de noviembre de 2015

La mafia de Birmingham: Peaky Blinders

¿Qué puede suceder cuando unes en una pantalla a Sam Neill, Helen McCrory y armas de fuego? Pues que se les une Cillian Murphy y lo petan.



Mi debilidad son las películas y las series de gángsters, así que cuando me hice una cuenta en Netflix y vi que entre las sugerencias había una serie que llevaba tiempo en mi lista de pendientes, y que además contaba con el señor Cillian, me puse de inmediato a ver la primera temporada. Ayudó el hecho de que sólo fueran 6 capítulos como comienzo.

Birmingham (Inglaterra), comienzos del s.XX (~1919). La familia de Tommy Shelby vive del turbio negocio de las apuestas hípicas, en una ciudad donde ellos son la ley. Sin embargo, Tommy ambiciona subir un peldaño en la escala del poder y para ello tendrá que quitar de su camino al inspector Campbell, quien ha llegado a la ciudad por orden del mismísimo Churchill para encontrar un cargamento de armas militares extraviado. 

Cillian Murphy, rey de Birmingham

Peaky Blinders cuenta con un guión muy simple. La familia Shelby, lo más parecido a una mafia en Birmingham, buscando ascender en la escala del mundo de los gángsters, a caballo entre la legalidad y la criminalidad. No es una fórmula original ni atrayente, en un principio, pero el resultado es tan impecable que sorprende aún más (precisamente por esa simpleza).

Podría resumir lo que más me ha atraído de Peaky Blinder en dos palabras: elenco y ambientación. El reparto de esta serie ya sólo conquista por los nombres (Cillian Murphy y Helen McCrory, dos actores muy capaces) y a la hora de la verdad dan la talla con creces. Ambos se ponen en la piel de dos miembros de la familia Shelby, que casualmente son los más carismáticos del redil. Tommy y Pol son los cerebros, las mentes que articulan todo; las cosas suceden porque sobrino y tía así lo deciden. Es un gran acierto ofrecer éstos papeles a dos actores que no pesan únicamente por el nombre, sino también por su trabajo, ¡fantásticos!. No me olvido de Sam Neill y Annabelle Wallis, pese a que en mi opinión han resultado un poco grises y anodinos.



Aunque sin duda alguna, y según lo que he leído en internet no es sólo apreciación mía, lo más memorable (con todas sus letras) de Peaky Blinders es su vestuario, su fotografía y su escenario. En resumen, una ambientación que tiene voz propia. Igual que la estética de True Detective o Penny Dreadful se pueden calificar de únicas, el Birmingham tras la primera G.M. y sus industrias, sus chalecos abotonados y sus comunistas podrían ser a partir de ahora la firma exclusiva de esta serie, que ha elegido una época y un escenario poco habituales dentro del cine. Un acierto y un despliegue de elegancia por los responsables de que la ambientación cobre vida en Peaky Blinders.

Esta escena fue especialmente bonita (artísticamente)

Ahora bien, no todo es color de rosa. A Peaky Blinders le falta subir un peldaño más para poder ponerse a la altura de otras series sobre mafiosos como Boardwalk Empire, Roma criminal, Crematorio o la mítica Los Soprano. Echo en falta un cariz más oscuro y menos amable, porque el realismo (en este caso, la crueldad necesaria para ser un gángster) le aportaría a esta producción lo necesario para ser una de las series más destacadas de esta década. Obviamente, es sólo una apreciación propia y puede que alguno creo que ni con esas podríamos considerar Peaky Blinders una grandísima serie.

Yo, por lo pronto, animo a cualquier aficionado de las series británicas, y a aquellos que disfrutaron con Boardwalk Empire o, en definitiva, cualquier producto audiovisual sobre gángsters, que le dé una oportunidad a la creación de Steven Knight. Aunque sólo sea por ver a Cillian Murphy haciendo como siempre un impecable trabajo. Pero que no se decepcionen si no logran conectar con la serie del mismo modo que con las anteriomente mencionadas, teniendo en cuenta que a partir del cuarto capítulo de la primera temporada la serie empieza a colear. Que no se me malinterprete, pues no baja el nivel técnico - pero sí te encuentras con un guión que parece tambalearse y unos ¿giros? de ciento ochenta grados que no me gustaron ni un pelo (SPOILERS: el inspector Campbell pasa de ser un personaje interesante a desinflarse por completo... una pena que su participación se haya desaprovechado; además, la serie parecía ir in crescendo y por eso para mí el cuarto capítulo resultó anticlimático).



Por tanto, aquí estoy yo, para advertir a cualquiera que se atreva con esta serie que no desista al llegar al cuarto episodio, porque la segunda temporada da un salto de calidad impresionante. Acabo de comenzarla y puedo afirmar que sufre una mejora espectacular en comparación con la primera, que ya era buena de por sí. Así que a todo aquel telespectador que sienta curiosidad por Peaky Blinders, o que la haya abandonado después de comenzarla al ver que su guión flojeaba según qué capítulo, le animo a que le dé una oportunidad a Tommy Shelby y sus chicos, pues la segunda temporada promete y sólo hay que ver seis capítulos para llegar a ella.

Empecé a verla deseando que me gustara, me gustaron los primeros capítulos, me gustó el inicio de la segunda temporada y me gustan Murphy y McCrory. Puede que haya sido muy generosa con mis alabanzas a Peaky Blinders, pero por el momento no me arrepiento de haber perdido varias horas de mi vida en las sucias calles del Birmingham de comienzos del siglo pasado. El resultado es precioso.

¿No te gustó Peaky Blinders? Shame on you

2 comentarios:

  1. Hola! Me gusta bastante tu blog, tienes muy buen gusto con las series. ¿Que me dices de los Soprano? ¿Ya has escrito sobre ella? Saludos =) !

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    1. Gracias, Pablo!
      De los Soprano sólo puedo decir cosas buenas. Tiene una fama bien merecida. Pero no he escrito ninguna entrada sobre Tony y compañía, porque vi la serie hace muchísimos años (bueno, no tantos), los suficientes como para que no la tenga fresca en mi memoria.

      Sin embargo, estoy deseando hacer una maratón con los Soprano y Battlestar Galactica; si logro conseguirlo escribiré algo por el blog.
      Un saludo!

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