Nos quejamos del producto nacional y siempre miramos hacia el otro lado del charco. Pero confiar a veces en lo español te puede dar una sorpresa. Crematorio es una serie ibérica, pero una serie magnífica. Su única temporada me ha sabido a poco.
Crematorio gira en torno a la corrupción urbanística y la familia española, todo ello reflejado en un espléndido protagonista interpretado por Pepe Sancho: Rubén Bertomeu, constructor afincado en Misent (una localidad de Alicante que, como veréis en los mapas, realmente no existe) que comenzó sus andaduras en el mundo del ladrillo intentando edificar la propia finca familiar. En el primer capítulo se destapa un negocio turbio en un tanatorio, cuyo dueño tiene una relación y un pasado común con Rubén; a partir de entonces la policía intentará derribar al empresario millonario que durante tantos años ha perseguido muy de cerca. Pero la ley no es la única que perturbará la paz (Toda la paz del Mediterráneo, como se titula el primer episodio) de Bertomeu, pues su familia y sus dudosos 'socios', con los que se ha construido un delicado castillo de naipes corrupto, demostrarán que la confianza es un espejismo.
Con un reparto que al leer nombres no emociona, Pepe Sancho brilla indudablemente al retratar a un hombre poderoso con un talento nato a la hora de conseguir lo que necesita, confiado y consciente de su riqueza, franco, tenaz, duro. No obstante, mi sorpresa ha sido ver cómo las mujeres de su familia (su hija, su nieta, su pareja) están a la altura de un gran actor como lo es Sancho. Borrachero es, sin duda, la que más destaca. No hay el menor atisbo de algo por debajo de la mediocridad en ninguno de los personajes, incluido el más secundario de todos. Quizás la que más agota es la nieta, interpretada por Aura Garrido (sobre todo el tema con el fotógrafo), pero es una simple mota de polvo en un cristal impoluto.
Alicia Borrachero - Juana Acosta - Aura Garrido |
Crematorio es una serie impecable. Quizás se le puede exigir una mejor canción de apertura (por el hecho de no tener nada que ver con la serie; yo, personalmente, no tengo nada que objetarle a Loquillo), un guión con más gancho, no tan pausado o algún que otro capítulo más. Porque Crematorio te deja con ganas de más.
Estamos acostumbrados a que las series españolas tiren del cajón del humor. Ésta no. Mantiene un tono solemne, dramático y aséptico, tal y como es el personaje de Rubén. La tensión entre el portentoso clan Bertomeu, el peligro acechante de la mafia rusa, la persecución judicial a todos sus socios y los flashbacks (brillante recurso, por cierto, para dar sentido a muchas escenas) que nos explican cómo se ha construido el mundo del protagonista son un aliciente más que suficiente para mantenernos enganchados a la pantalla, sin necesidad de escuchar algún chiste barato. Tampoco tendremos que sufrir la baja calidad de imagen y sonido (y actuación) que llevamos acusando tantos años en la TV española.
Está basada en una novela de Rafael Chirbes, aunque el autor ya mencionó que la serie se alejaba bastante de la intención que él había tenido al escribir el libro, pues ésta era más cruda y más centrada en la corrupción. Adiós al guión costumbrista, en el que siempre habrá incluido un matrimonio de barrio y un cliché. Crematorio es un trabajo creado con seriedad, cuidado y elegancia. No sobra ningún diálogo y no tendremos ninguna sensación de déjà vu - no se parece en nada a cualquier serie castellana barata. Gracias a dios. Es una verdadera lástima que sólo pudiera emitirse en Canal+ y de forma muy silenciosa en LaSexta, ya que merece que cada español le dedique sus ratos libres para disfrutarla.
A lo largo de los ocho (cortos pero intensos) capítulos veremos cómo Rubén se enfrenta al casi rechazo de su madre e hija. La primera, por sentirse traicionada al ver los cambios surgidos en su hijo, su ambición y las constantes comparaciones con su fallecido hermano, por la importancia de la tradición y de dejar las cosas tal y como están. La segunda, por el desinterés que muestra hacia lo que le rodea; Rubén sabe que puede pisar a cualquiera y no se molesta en ir por el camino correcto.
Y a medida que el personaje ficticio de Bertomeu se va convirtiendo en la portada de los periódicos, podemos observar el pan nuestro de cada día. ¿Qué es lo que nos sobra en este país? Corrupción, malversación, delito. No puedes evitar admirar a Bertomeu por la estupenda interpretación de Sancho, pero estamos hartos de que en la actualidad todos los empresarios o políticos nos hagan lo mismo. De la mano de este magnate del ladrillo podremos ver cuán amplio es el alcance del dinero, y cómo afecta a la existencia de los que se sumergen en ese estilo de vida.
Sin embargo, el punto de autocrítica lo conoceremos al final de la miniserie. Como humanos que somos, vemos la paja en ojo ajeno y no la viga en el nuestro. Al final, todos callamos cuando llega la hora de la verdad, porque una barriga llena se queja menos.
"Tranquilo. No se puede parar, Rubén. No olvides que todo el país vive de esto".
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